Pudo haber sido conocido mundialmente pero nació en el momento y lugar equivocados
La de hoy es una triste historia de algo que ocurrió en una época siniestra de la que probablemente hablaremos en más ocasiones.
Hannover, Alemania, diciembre de 1907. En el seno de una familia gitana nace Johann Trollmann. Johann es un niño muy delgado que se gana el apodo de ‘Rukeli’, que en el argot gitano significa “árbol joven“.
Johann se sintió atraído por el boxeo desde niño y muy joven empezó a boxear en el club “Heros de Hannover” y poco a poco, gracias a la ayuda de un entrenador judío llamado Erich Seelig, consiguió una buena reputación, ganando varios campeonatos regionales y participando en los nacionales. Este éxito le sirvió para ser seleccionado para los Juegos Olímpicos de Estocolmo en 1928 aunque finalmente, debido a su raza, el gobierno alemán no le permitió participar. En su lugar fue un hombre de Hamburgo ( que curiosamente ya había perdido frente a Trollmann). La excusa que le dieron para prohibirle su participación fue bastante surrealista: su aspecto no era suficientemente alemán.
Al año siguiente Johann se trasladó a vivir a Berlín y se convirtió en boxeador profesional. Su escasa corpulencia no le impidió competir en la categoría de semipesados y, gracias a su velocidad en el ring, pudo hacer frente a auténticos matones. En 1933, el mismo año en que Hitler ascendió al poder, a Johann se le presentó la oportunidad de competir por el título alemán. Su rival era un serio contrincante llamado Adolf Witt. No era la primera vez que ambos se enfrentaban. En los tres combates anteriores, ambos ganaron una vez y hubo un empate.
Por aquel entonces Trollmann era ya bastante famoso en la Alemania de su época: Su juego de piernas era conocido como “El Baile de Trollmann” y además las mujeres acudían por centenas a sus combates probablemente atraídas por su racial aspecto.
El combate se celebró en la Bockbrauerei de Berlín el 9 de junio de 1933. A él acudieron innumerables dirigentes nazis y obviamente su rival Witt, que representaba el ideal ario, era el claro favorito. Johann puso en práctica sus técnicas ante el torpe Witt: Velocidad y juego de piernas. Por si esto fuera poco, el pequeño Trollmann se atrevía incluso a hacer burlas a Witt comentando el combate con los espectadores de las primeras filas. Al final del combate, el pequeño Johann estaba tan fresco como al principio y Witt totalmente ensangrentado apenas se sostenía en pie.
Cuando llegó el momento de dar el resultado, tras una clara manipulación nazi, se declaró empate. El escándalo fue tan grande que tras las sonadas críticas del público, los jueces no tuvieron otra opción que nombrar a regañadientes campeón de Alemania a Trollmann. Él no pudo evitar llorar de emoción.
Precisamente ese fue el motivo de que, una semana después del combate, la Federación Alemana anunciara que le retiraban el título por “comportamiento vergonzoso”. La prensa especializada apoyó en masa tan injusta decisión, porque, según decían, los campeones de boxeo “no lloran”.
Para acabar con la fama de Johann, el gobierno alemán decidió algunos meses mas tarde organizar un combate con boxeador nazi llamado Gustav Eder. Gustav era famoso por la potencia de sus golpes. Para asegurarse que el resultado fuera el esperado, la federación alemana exigió a Trollmann que no se moviera por el ring, ya que de lo contrario sería revocada su licencia. La idea parecía ser que Gustav Eder pudiera golpear tranquilamente al joven Johann para que la raza aria prevaleciera sobre la gitana. Pero no se imaginaban lo que Trollmann tenía pensado.
El día del combate cuando Trollmann entró en el ring todo el mundo se quedó en silencio. Trollmann se había decolorado el pelo para parecer rubio y además tenía todo el cuerpo cubierto de polvos de talco. El mensaje de Trollman era claro: ¿Así os parece que soy más alemán?. Trollmann, además, obedeció las absurdas normas de la Federación alemana y se quedó quieto en el centro del ring y aguantó los puñetazos de Eder sin inmutarse hasta que en el quinto asalto finalmente cayó derrotado.
Ese fue el final de Johann como boxeador profesional. Siguió boxeando pero ya no era él. La federación alemana le prohibió moverse por el ring y estaba obligado a pelear quieto. Por si fuera poco y si a pesar de ello iba ganando en algún combate, en las pausas un funcionario del partido se acercaba a él y le advertía que si ganaba le matarían y matarían a su familia. Esta situación fue insostenible y Trollman se vio obligado a pelear sólo en circos y ferias. Cuando la federación alemana se enteró de esto encontró el motivo que necesitaba para poder revocarle la licencia profesional. En 1935, Trollmann, que estaba casado con hijos, tuvo que divorciarse para que sus hijos pudieran cambiar su nombre y tener así una esperanza de no ser perseguidos. Las cosas fueron empeorando y en 1938, la ley nazi equiparó a los gitanos con los judíos y, al igual que muchos de éstos últimos, fue esterilizado.
En 1939, Johann fue obligado a alistarse en el Ejército y enviado al frente del Este, uno de los frentes más duros de la segunda guerra mundial. El pequeño Trollmann sobrevivió y en 1942 pudo disfrutar de un corto permiso y regresó a Alemania. Sin embargo las cosas empeoraron aún más.
Poco después de llegar a casa, Trollmann fue detenido en su casa por la Gestapo y enviado al campo de concentración de Neuengamme, cerca de Hamburgo. Pasó a ser el preso número 721/1943. Cuando parecía que las cosas ya no podían ir peor los guardias del campo se enteraron de que Trollmann era boxeador. Tenían malnutrido a Trollmann y sólo le daban comida si perdía por KO en los combates que los guardias organizaban en el campo.
La historia de Trollmann oficialmente acabaría aquí porque lo único que trascendió más allá de este punto es que en 1943 falleció. La versión oficial es que murió de forma natural y hubo una segunda versión que decía que le habían disparado. Sin embargo la verdadera causa de su muerte fue otra.
Hace algunos años, el peridista Roger Repplinger reveló al mundo las verdaderas circunstancias de la muerte de Trollmann, que al parecer tuvo lugar en 1944.
Según pudo averiguar Repplinger a Trollmann le organizaron un combate contra otro recluso del campo de concentración llamado llamado Emil Cornelius. Emil era un “kapo” ( en el argot “kapo” es el nombre que recibían los presos que colaboraban con los nazis y hacían de espías internos). Trollmann cometió el error de noquear a Emil delante de los guardias y del resto del campo. Emil, enrabietado por la gran humillación, tomó un madero y apaleó hasta la muerte a Trollmann, ante la mirada impasible y las burlas de los guardias.
Tuvieron que pasar más de 50 años para que la figura de Johann Trollmann fuera públicamente reconocida. La Federación Alemana de Boxeo reconoció su título de forma póstuma en el año 2003 y a sus descendientes se les entregó el cinturón de campeón. En la ciudad de Hannover existe una calle con su nombre y en la ciudad de Hamburgo, justo enfrente de lo que fue el gimnasio donde ganó algunas se sus más conocidas peleas, se instaló una placa en su recuerdo. En el parque Viktoria de Berlín hay otro monumento dedicado a su memoria (en la foto que inicia esta historia). Se trata de un ring que recuerda la figura de Trollmann y todas las humillaciones a las que fue sometido .
El siguiente vídeo es un reportaje de la televisión alemana sobre Johann. En él se puede ver a su hija y se escenifican algunas escenas de su vida. El vídeo está en alemán, pero podeis utilizar el pésimo traductor automático de Youtube o verlo sin traducir ya que sólo por las imágenes merece la pena verlo: