Trece años después de su muerte

Llegaron a su destino

El 12 de agosto de 1775 un ballenero groenlandés llamado Herald se encuentra navegando por aguas del Atlántico Norte cuando el vigía da el grito de aviso. A lo lejos, a unos diez kilómetros de distancia, se avistan los mástiles de un barco.

A medida que el ballenero se acerca al buque avistado se puede comprobar que parece abandonado, las velas están completamente destrozadas y el barco se encuentra cubierto de una gruesa capa de escarcha que destelléa a lo lejos. Nadie responde a los gritos realizados desde el Herald.

Warren, el capitán del Herald, ordena bajar un bote para ir al abordaje de la estremecedora embarcación. No sin algunos titubeos finalmente ocho de sus hombres le acompañan. A medida que se acercan con el bote por la proa del barco pueden leer su nombre bajo una gruesa capa de hielo, “Octavius”, pero nadie lo había escuchado jamás.

La cubierta del barco estaba totalmente tapada por el hielo y no se veía una sola persona a bordo. Tras abrirse camino a través él, el capitán y cuatro de sus hombres bajaron a los camarotes. Los otros cuatro se habían negado a subir a bordo y se quedaron en el bote. Cuando consiguieron llegar a los camarotes encontraron a veintiocho personas congeladas. Cada uno acostado en su litera y todos cubiertos por ropas y mantas. El intenso frío había conservado sus cuerpos en perfecto estado y parecía que simplemente dormían.

En la cabina del capitán la escena fue idéntica. Su cuerpo aún estaba sentado en su silla frente al escritorio. El capitán del Octavius tenía las manos entrelazadas sobre las piernas y la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado. En un camarote adyacente al suyo había tres cuerpos más. Una mujer joven estaba recostada en una camilla con su cabeza colocada sobre sus brazos y los ojos completamente abiertos mirando a un hombre sentado en una esquina al otro lado del cuarto. El hombre en sus manos tenía un pedernal de los que se usaban para crear la chispas necesarias para hacer un fuego. Justo a su lado había un puñado de serrín cubierto de hielo y junto a él estaba su chaqueta, no la llevaba puesta. El capitán Warren la levantó y debajo descubrió el cuerpo de un pequeño niño abrazado a un muñeco de trapo.

Los tripulantes del Herald, se sentían muy incómodos, algo que no resultaba raro en una época llena de supersticiones, y rogaban al capitán para marcharse cuanto antes de aquel terrible lugar. Warren no quería marcharse pero ante el temor de ser abandonado o enfrentarse a un motín por parte de su tripulación tomó el cuaderno de bitácora del Octavius y dio orden de regresar al Herald.

A la llegada a su nave el capitán Warren veía con tristeza como el Octavius se alejaba de nuevo en el horizonte y se retiró a su recámara a leer el cuaderno de bitácora. Rápidamente notó que faltaban todas las páginas del libro excepto la primera y la última. Al parecer el asustado marinero a quien le había encargado guardarlo había dejado caer el resto en el mar en su apresurado regreso. En la primera hoja del cuaderno el capitán del Octavius había dejado constancia que habían partido de Inglaterra con rumbo a China el día 10 de septiembre de 1761. De eso hacía catorce años. En la última página había una anotación con fecha 11 de noviembre de 1762 que rezaba como sigue:

“Hasta ahora hemos estado atrapados en el hielo por 17 días. Nuestra posición aproximada es Longitud 160 O, Latitud 75 N. El fuego finalmente se extinguió ayer y el maestre ha estado tratando de encenderlo otra vez pero sin mucho éxito. Le ha dado la piedra a uno de los marinos. El hijo del maestre murió esta mañana y su esposa dice que ya no siente el frío. El resto de nosotros no siente lo mismo en esta agonía.”

Octavius

El capitán Warren quedó asombrado por lo que estaba leyendo: “Longitud 160 O, Latitud 75 N”. El significado de estas coordenadas era increíble. Esto quería decir que en la fecha de la última nota del cuaderno de bitácora, el Octavius estado atrapado en el hielo en el océano ártico, justo al norte de Point Barrow en Alaska, al otro lado del continente americano. Varios miles de kilómetros lo separaban de donde lo habían encontrado ese día.

Lo que el Octavius había conseguido hacer era sobrepasar el legendario Paso del Noroeste. Hacía más de doscientos años que se había buscado una ruta que permitiera atravesar el continente americano entre Asia y Europa. Hasta entonces el único camino posible para conseguirlo era viajar alrededor del cono sur. El Paso del Noroeste era un sueño para todas las potencias europeas y asiáticas pero nadie sabía con certeza si era posible atravesar el continente americano por el norte.

Aparentemente, el capitán del Octavius había decidido buscar el paso que durante tantos años otros muchos como él habían intentado encontrar. Pero, además de encontrar el camino, al igual que sus predecesores, también encontró la muerte.

Desde 1762 hasta 1775 y con toda su tripulación muerta el Octavius había navegado a la deriva y se había desplazado lentamente hacia el Este alcanzando finalmente el ansiado Atlántico Norte. Trece años después de morir la tripulación del Octavius lograría la proeza que les llevó a la muerte. Lo habían conseguido: Ellos habían sido los primeros.

Hace unos días veíamos en la historia de Franz Reichelt que algunas personas pierden la vida intentando alcanzar sus sueños, hoy podemos comprobar cómo otras los alcanzaron después de haberla perdido.

El Octavius desapareció en el mar para siempre, jamás se volvió a saber nada de él. Por ello, a día de hoy, nadie ha podido verificar o desmentir la autenticidad de esta historia y, probablemente, ya nunca podremos hacerlo. Sin embargo, no fue hasta ciento treinta y seis años más tarde cuando el explorador noruego Amundsen demostró que efectivamente era posible atravesar el continente americano por Alaska. Esto ocurrió exactamente en el año 1906.

Barco Octavius

Pero entonces, si la historia del Octavius sólo fuera una invención de la tripulación del Herald: ¿ cómo pudo el capitán Warren saber en 1775 que existía El Paso del Norte y además que era posible atravesarlo navegando?.

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